lunes, 26 de diciembre de 2011

Navidad, navidad, dulce navidad...Y una puñetera mierda. Odio la navidad, las fiestas, las grandes aglomeraciones de gente. Odio la claustrofobia, el miedo, las risas, la pura diversión de los demás y mi propio aburrimiento. Odio, odio la navidad, la noche buena, la navidad, el año nuevo, la noche vieja, como todos, como nadie. Odio la época consumista en la que estamos. Odio recordarte, a ti, conmigo, sin mi, y echarme a llorar. Odio, lo odio, odio el amor a más no poder. Odio soñar contigo, odio recordarte, odio los mil y un deseos que en esta época suelen pedirse. Odio recordar todos aquellos que pedí, perdidos por el tiempo, como siempre, para siempre. Odio, lo odio, odio este mundo, lleno de obstaculos, de golpes, de fallos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi querido regalo.

El frio invierno, el cálido verano, la ausente primavera, el helado otoño. Momentos, épocas, meses, días en concreto. Invierno, un invierno frío, áspero, duro. Siendo sincera, ante ti, ante mi, ante todos vosotros, e de reconocer que odio la navidad, el frio, esta época consumista en la cual cada una de las personas tratan de buscar la perfección, en sus comidas familiar, en sus sueños, en sus casas, comprando los mejores regalos, esos más buscados, más elejidos, los más caros. Época consumista, egoista, nada caritativa, por mucho que demasiados admitan que lo sean. Un regalo, otro, otro más. Un sueño, otro, puede que alguno más, una cena, un feliz año nuevo, un nuevo año, frío, oscuro, ausente para mi misma. Dos años sin ti, sin mi, dos nocheviejas sin tu calor. La navidad, época tan solo economica, consumista, en la cual todos somos competidores de ambos mismos. El espíritu siempre a sido este, a pesar de que muchos alchólichos, locos dementes, o gente sumamente perfecta lo niegue día tras día. En mi opinión, todo tendría que cambiar, como los tiempos, como los pensamientos. Nada de regalos, nada de sueños, nada de superaciones. Solo actividades en grupo, todos, todos juntos. Luchando, por ser feliz. Luchando por volver a sonreir. Un año nuevo, vida nueva, retos nuevos, sonrisas perdidas, sueños encontrados, lágrimas perdidas.

sábado, 17 de diciembre de 2011

En busca de la felicidad.


Felicidad. Una palabra, un sentimiento, un estado, tan placentero, a veces tan sumamente duradero, y otras, tan efímero, tan corto, que apenas se puede saborear con exactitud, saber lo que realmente es esa palabra, su verdadero significado, sin guiarse de lo que dicen los libros, diccionarios, expertos o locos dementes sin sentido, borrachos, o incluso enamorados de este cruel mundo. La felicidad, un sentimiento del cual osan nombrar muchas personas, y pocas de estas realmente lo han sentido verdaderamente. Alegría, ansias, ganas de comerte el mundo entero, a besos, con caricias, de saltar, bailar, cantar, gritar. Sonrisas, más sonrisas, vida, mucha vida. La felicidad, la cual te hace sentir que todo tiene posibles soluciones, que todo va a ir bien, por siempre, para siempre. Puta, absurda, mentirosa. Un estado tan sumamente placentero, que te ayuda a abandonar este mundo durante un tiempo inconcreto, el mismo que esta misma quiera ofrecerte, la cual sin previo aviso se marcha, rápidamente, se esfuma, dejandote caer al suelo, con fuerzas. De rozar las nubes a enterrarte viva, bajo tierra, esa tierra tan fria, tan aspera, tan ausente. Un sentimiento, querido, querido sentimiento que apenas se puede presenciar a veces. Ese al cual se le llama felicidad, correspondido con sonrisas, con ánimos, con vida, con ganas, fuerzas, el cual se borra, rápidamente, de un día para otro, de un segundo, de un minuto, de una vida entera. Adios, hasta nunca, hasta siempre. Ya no volveras a sentir el dulce aroma de las sonrisas, de la vida. Ya no soñarás, ya no amarás, ya apenas viviras, tenlo claro. La felicidad se ha ido, te ha abandonado, a ti, a mi, para siempre, como nuestro siempre. Se a escondido, bajo tierra, quizás bajo el mar, cual la sirenita, la misma que cantaba a todas horas, que se enamoró de un amor medio imposible, y que gracias a la mágia, pudo cumplir todos sus sueños. Mágia, felicidad, bienestar. Retos imposibles, y metas por superar.
Soy persona. Sufro, padezco, pienso, lamento, e incluso sonrio, aunque a veces esto resulte imposible de afrontar, incluso de pensarlo. Sí, sonrio, ampliamente, otras veces menos, con más ganas, con menos, al igual que lloro, mucho, demasiado. Tengo sonrisas verdaderas, muy pocas, pero existen, existen en mi vida, cosa que muchos de vosotros seguro que dudais. No todo es de tono negro, no todo siempre tiene un final. Soy pesimista, masoca y sadomasoquista incluso, pero sé apreciar los momentos buenos, el oxígeno que llega a mis pulmones, la risa, un buen chiste, un abrazo, una caricia. Sé apreciar lo mucho que de vez en cuando, trata de darme esta vida, al igual que lo poco, lo mínimo que me ofrece en otras ocasiones. Admito, admito y nunca negaría que esta vida, tan cruel, tan fría, apenas me ofrece calor, amor, cariño, tan solo ansiedad, disgustos, lágrimas, dolores. Pero he oido, que hay que aprender a sufrir para al fin, ser feliz, y yo, quiero serlo.

Ya no te puedo pedir cosas improbables.


Escuchame, amor, sé que ya no soy nada apenas para ti. Pero busca, busca donde quedó el cariño, la pasión, el amor, la confianza, al menos la pura curiosidad. Busca todo aquello que perdimos, a mitad del camino, de los kilómetros, lejos, muy lejos de ambos. Búscame, búscate, a un nosotros, a ese que era anteriormente. No, no confundas, no, no quiero arreglarlo de nuevo. No quiero volver a pensar en ti, a llorar por ti, a sentir la muerte tan solo por ti. Por ti, por mis actos, por lo nuestro. No confundas mis palabras, no me interrumpas, quédate en silecio y escuchame. Mejor dicho, leeme, lee mis palabras, esas que tanto adorastes, que tanto amastes, y luego, odiastes, aborrecistes, borrastes. No quiero que todo vuelva a ser como antes, pues es realmente improbable, por no decir imposible, palabra de la cual desconfio, ya que lo imposible es por definición posible. No quiero que vuelvan tus besos, ni tus palabras, ni el amor. No, ya no quiero nada de eso. No quiero volver a recordarte, a soñar contigo, a enamorarme, de ti, como nunca jamás me había enamorado. No quiero sonreir por ti, para la media hora estar llorando de nuevo. No quiero fiarme de la distancia, ni de los kilómetros, ni del destino, de nada que no esté escrito, ni de ciencas no exactas. No, ya no quiero tus besos, tus te amos, nuestros momentos vividos. No quiero un siempre, porque sé que no será cierto. No quiero más mentiras, ni engaños, pero con ello no me refiero que sea de ti a mi, podría ser incluso al revez. No quiero más despedidas, más borderías, más palabras bonitas que luego tienen dobles significados. No quiero verte con ella, pero tampoco conmigo. No quiero volver a vivir por ti, y tan solo para ti, ni centrarme en ti, en tu absurda gilipollez, en lo bonita que era nuestra historia, cuando realmente estabamos ambos muy ciegos. No, ya no quiero volver contigo, no, ya no quiero nada de eso. Quiero tenerte, a mi lado, como ahora mismo no te tengo. Como un amigo, como un hermano, como aquel fiel amante del cual un día, sin motivos ni razones, dejé escapar. Quiero que em abrazes, con fuerzas, a pesar de que los kilómetros sean muy fríos y infranqueables, quiero que te quedes conmigo. Para animare, para que me preguntes como estoy, para que te preocupes por mi, por mi bienestar, como cualquier simple amigo haría. Quiero, quiero que estés siempre conmigo. No de un modo imposible, como anteriormente, y reconozco, aún una parte de mi sigue queriendo. Quiero tenerte de un modo posible, a distancia, conmigo, que me abrazes, me aconsejes, me animes. Quiero, y quería pasar este pasado dieciseis contigo, en el cual hubieramos hecho dos años. No para llorar, no para arrepentirnos ni para recordar, si no para ver el principio de algo nuevo, de una buena amista, de algo que nada ni nadie podrá volver a desmontar. Pero no, imposible, ya nada es igual. Sé que te tengo, sabes que me tienes, pero las fuerzas me faltan ya. No estás aqui, y no me refiero a mi lado, de forma física, ni nada por el estilo. No estás a mi lado, no me ayudas, ni te preocupas por mi. Ya no soy nada para ti. Nada, tan solo otra persona más, la cual vino y se fue, de manera rápida y silenciosa, y que dejó marcado en ti el dolor. Ya no soy nada, ni nadie, y no es eso lo que pretendo. Por lo cual, escúchame, leeme, sienteme, haz lo que quieras, lo que quieras conmigo. Odiame, útilizame, hiereme, todo lo que necesites para sentirte bien. Pero luego, vuelve, vuelve conmigo. Con la Marta que conocistes hace más aún de dos años, querido Sergio del pasado. Vuelve, para estar conmigo, para cuidarme, pues te necesito. No sabes cuantísimo me haces falta.

Antes de morir prefiero estar bajo tierra.


Voy a ser sincera. Contigo, conmigo, con todos vosotros. Sincera hacia mi corazón, hacia mis miedos, hacia mi forma de expresión. Voy a sincerarme, a desnudarme ante todos, dejar mi piel, mi cuerpo, sin ninguna ropa aparente, sin ningún tejido, para que se pueda apreciar, o bien si no odiar como realmente soy. Empezaré gritando todos mis miedos, sin ninguna prisa, pero tampoco sin pausas. Gritando todo aquello que me ocurre, que me ha ocurrido, y que estoy exactamente segura de que en un futuro algo cercano puede que también me ocurra. Tengo miedo, mucho miedo. Al frio invierno, a las despedidas, a un hasta luego, a un adios, a las promesas, a los para siempre. Tengo miedo, soy miedica, tiemblo por todo lo que me rodea. Sufro, lloro, me rompo, en mil pedazos, en cientos, sin previo aviso. Cosas de la vida, una historia, un sueño, una promesa, todo demolido, con una simple grua, movida por un acto. Nada es fácil, nada que quiera, o que tú mismo quieras hacer te será fácil en esta vida; pues se aprenden de golpes y caidas, de desilusiones, de esperanzas rotas, de llantos, contra la almohada, en el suelo, rodeada de un millón de almas que no te ofrecen nada, ni una pizca de compasión. Nada me es fácil, ni me ha sido fácil nunca. No es fácil sobrevivir sin ti, sin tu cariño, y sin tu absurda gilipollez. Tampoco es fácil afrontar todo el peso que a veces se carga tras la espalda, las risas, los insultos, miradas, el odio, sin motivo, sin circunstancia, tan solo porque te tocó a ti, entre un millón de almas al azar sin previa consulta a cada una de si quería participar en este juego tan duro, tan ruin, lleno de trampas, también conocido como la vida. La vida, triste, absurda, dolorosa desde mi punto de vista. Me sincero, me sincero ante ti, ante todos, que tan solo soy fuerte aparentemente. Puedo sonreir de forma forzada, tratar de finjir, aguantar, tragar, una y otra vez, cada vez con más frecuencia. Puedo hacerme la dura, borde, fría, e incluso estoy segura de que puedo llegar a ser tal cual una roca, dura, fuerte, sin sentimientos aparentes, pero no es más que una máscara, un engaño, un simple hechizo durante un periodo de tiempo, horas, minutos, días, incluso años, el cual trato de mantener, estando muy alerta. Lloro, juro, prometo, podría incluso decir que los trescientos sesenta y cinco días que hay en cada uno de estos asquerosos años que he vivido, uno de cada dos me he hundido, he llorado, he abandonado este frágil mundo, tan frágil como yo. Porque las palabras hacen daño, duelen, a pesar de que luego no dejen cicatrices visibles. Esas cicatrices, tan escondidas, tan buscadas, transformadas en miedos,en pánico, en nerviosismo, en ansiedad, en un triste final. Palabras, actos, más palabras, risas. Ojalá que tú, que vosotros, pudierais ver por un simple día, unas simples horas la vida desde distinto prisma, mi prisma. Ya no existe el color rosa, ni las flores, la primavera, todo se a remplazado por el frío invierno, sola, muy sola. Angustia, temores, más miradas, que me acosan, que me buscan, que me hablan sin decir palabras. Mi mirada, confusa, hacia el suelo, hacia otros lados, con rapidez, con tal de ser fuerte, de seguir manteniendo la apariencia, tal cual como lo roca, sin poder evitar llorar a veces, pequeños pedazitos de mi alma que salen volando, resbalando por mis mejillas, de forma silenciosa, muy disimulada. Jodidas, putas, tratan de concienciarse ellas mismas de que no existen por el simple hecho de que están ya cansadas de salir, y salir, empapar mis mejillas, mis camisetas, dejarme incluso sin respiración. Cruel, que cruel que es este mundo, que me permite, a mi y a muchas almas más presentes en este planeta Tierra, sufrir este dolor tan grande, que te consume por dentro, que te mata, que te quema, que te encierra. En vida sin vivir, con sonrisas sin sonreir. Soñando sin sueños, luchando sin motivos. Soy sincera, te lo cuento, os lo cuento, me lo cuento a mi misma. He querido abandonar este mundo, muchas, quinientas mil veces, incluso lo he intentado. He buscado otro paraiso, un paraiso artificial, donde no estes tú, ni vosotros, nadie, tan solo yo. Yo, para cuidarme, para amarme, para tratar de curarme. Porque estoy enferma, poseo una gran enfermedad. Según estudié a principios de curso, la salud es el completo bienestar tanto físico, mental como social, y a mi ya me fallan dos de las tres bases necesarias para el bienestar. Estoy enferma, y creo qe andie me puede curar. De las heridas que normalmente me provoco, del miedo, la ansiedad, de mis malos pensamientos, pero no hacia los demás, hacia mi. Cual niña pequeña que ve a su madre morir, y no puede dejar de sufrir. He presenciado mi muerte, la mia, en sueños, en puras imaginaciones, pero no puedo admitir que nunca disfrutara con ellas. Recuerdo, recuerdo perfectamente que a los siete años de edad, trataba de imaginar, la vida de los demás sin mi, sin la misma que soy ahora. Bonita, pura, limpia. Desde tan pequeña un estorbo, y ahora, más mayor, un muermo. Pero se supone, que hay que luchar. Se supone, que aún queda mucho por aguantar, que triste esta vida, maldita soledad.
Tantas lágrimas, tantas despedidas y después de todo, sigo viva.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Antes dibujaba corazones en el calendario, ahora me dedico a tacharlos.

Triste, triste, fria realidad. Fechas, recuerdos, simples números, pero con un gran valor, con un grandisimo signifido. Miedo, ansiedad, asxifia. Un años, dos años, ayer, mañana. Ayer, fue catorde de diciembre. Un simple día, con un gran de sentido para mi, para otros, con grandes miedos salidos a la luz. Pesadillas nada mas dormir, ansiedad nada mas despertar. Lagrimas, pereza, todo me daba igual. Una mala cara, una sonrisa finjida. Una lágrima una despedida. Llanto, penas, bómito, sangre. Un adios, para siempre, como nuestro siempre. Un fin, sincero, demasiado duro para afrontarlo. Un catorce sin ti, sin mi, sin nadie. Recuerdos, malos actos, gritos. Sangre derramandose por mis brazos. Un cuchillo, una salida, rapida, pero dolorosa. Un no, un tranquilizate, un pronto volveremos a joder. A joder, a joderte, a joderme. Encerrada, sin ti, sin mi, en nuestro propio día. Tengo miedo, mucho miedo. Mañana es dieciseis, día tan esperaod y tan odiado. La muerte, dura, pero a la vez tan corta, que tanto se me aproxima. El miedo, las pocas ganas. Quieor irme, lejos, pero contigo. Llevame, sacame de este cruel mundo. De las lagrimas, de tus recuerdoa. Saca a esta niña que hoy mismo se puso a llorar delante de un sacerdote. Llevatela, contigo, enseñame a bolar. Pues tengo un gran corazón, o al menos eso mismo me dijo. Llevame, vete, ya, ahora, lejos.

Se acabó el billete de ida.

La vida es como una montaña rusa. De aparencia larga, pero realmentr tan rápida que tus recuerdos al final se igualarán a simples minutos. Tal cual una montaña rusa, con cuestas hacia alante, cargando un gran peso tras tu espalda. Con miedos, pánico, nerviosismo, algo de intranquilidad, las mismas sensaciones que se experimentan cuando ese maldito trasto se eleva hasta lo más algo, a un ritmo algo lento, ya que le cuesta cargar con tanto peso, afrontarlo, no rendirse. Tal cual como la vida, tan larga que parece, tan lenta, justo cuando los miedos, el pánico acude a ella, al igual que el aburrimiento. Pero fin, para siempre, como nuestro siempre. Llegó la diversión, aquello a lo cual divierte a muchos locos dementes de este gran mundo. Una caida, rápida, sin previo aviso, en la cual se escuchan gritos, muy fuertes, hasta el punto de dejarte sorda. Al igual que en esta vida, cruel vida, la cual nos dedica largas caidas hacia el propio suelo sin previo aviso. Dolorosas, puras, sinceras, horrorosas. En las cuales te cuesta respirar, volver a caminar. Es el día a día, los miedos, la inseguridad. La vida tal y cual, en la que Dios tiene un extraño sentido del humor. Una caida, rápida, en la cual la digestión se te para, los miedos salen a la luz, la ansiedad, el final. Una caida, tan dura, tan efimera, y a veces tan larga de afrontar, tan duradera, durante años, meses, días, incluso vidas. Ese maldito trato sigue cayendo, rápidamente, hasta que se estampa contra en suelo. Ya que su diseño está perfeccionado, sigue caminando, sin pausa pero sin prisas, relajandose tras la caida. Lástima que esta vida no este a base de golpes, de caidas, en la cual todos seamos perfectos para saber superarlo. En esta vida no hay nada ni nadie que te impulse, ni una salida, nada. Solo otra cuesta alta por subir, miles de miedos por descubrir. Un camino, lleno de espinas y alambres. Una futura caida, puede ser, o un lento descenso hacia la felicidad. El estúpido trasto sigue avanzando, sin miedo, sin apenas desesperarse. Es fuerte, como sus materiales, y las sensaciones que eneste justo momento le rodean son adrenalina, miedo, entusiasmo, ganas de mas, y mas. La misma sensación que se tiene al levantarse del suelo, frio, aspero. Ganas de vivir, de amar, cual preso sacado de la carcel sin delito aparente. Sigue andando, caminando, ahora la velocidad aumenta. Los sentimientos se vuelven algo maa confusos, miedo, pánico, no puedes con todo esto. Te puede, de nuevo tu digestión, remontada y relajada, se corta, se para, produciendote un agudo dolor en el vientre. Otra caida, otro ascenso, mas alto, mucho mas, vueltas, con fuerzas, hasta llegar a la pura desesperación. Ahora, el final de la partida, tu ultima caida. Una caida, de dos metros, puede que mas, a alta velocidad. Gritos, miedos, puede que desmayos, y al fin aquello tan esperado, el fin, un ya he salido de aqui. Cual la muerte, dura, pero rápida en algunas ocasiones, dolorosa o sin dolor, en la cual se rinde tu corazón. Fin de la partida, se acabó tu billete de ida. La vida es corta, dura, cruel. Fin, hasta pronto, hasta nunca, nunca mas se volverá a repetir. Por mucho que lo deses, por mucho que lo sueñes, nada mas volverá a ocurrir. Ya no puedes volver a montar, para intentar disfrutar. Vida triste, dura, cual montaña rusa, cuales miedos, cual infierno, cual la ausencia del cariño. Y con todo esto solo queda decir, que odio las caidas al aire libre, las montañas rusas, las despedidas, las atracciones, el miedo, el pánico, la ansiedad, hasta la propia, pura vida que me consume poco a poco.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Reconozco que no tengo lo que me merezco.

Tengo miedo. Pero no de ti, ni de ellos, tan solo de mi. De esta vida, de mis actos, de mis miedos. Tengo miedo al invierno, al frio, a la soledad. Tengo miedo a las miradas, las risas, a un nunca mas. Tengo miedo a las promesas rotas, a los jamases, a la desesperación. Tengo miedo a la noches, las madrugadas, la oscuridad. Miedo a todo lo que me rodea, a mi, a todos estos locos mentales, a mi vida. Miedo a no volver a sonreir nunca mas, miedo al fin, a terminar. Terminar conmigo, contigo. Tengo miedo, miedo a la soledad, a ya apenas poder luchar, al dolor, a las lágrimas, al fin de la partida. Se acabo, me acabé, acabamos. Esta historia, la tuya, la mia, la nuestra, se quemó se perdió, de forma aleatoria como muchas otras. Ahora, solo estoy yo, mi historia, sola, sin nadie. Entre la gente, la cual abusa de mi, la que se rie, la que disfruta siendo feliz. Nunca pensé que llegaria a rebajarme hasta estar aqui. Sin ti, sin mi, conviviendo con las lagrimas, con la ansiedad. He cambiado, has cambiado. No estoy segura si para bien o sino, para mal. No sé si sigo siendo dulce, o tan solo soy una desconfiada. Según dicen, maduré un poco mas. Aprendi a decidir, pensando en mi, no en los demás, sin apenas importarme. Yo, yo soy la dueña de mi vida y de mi propio destino. Fin, fin, para siempre. He crecido, ya no queda nada de niña en mi. Ya no hay inocencia, ni sonrisas, ni esa forma tan dulce de ver el mundo. No, ya no. Ahora, hay borderias, lágrimas, y obstaculos llenos de cristales por todos los lados. Soy un ser humano, soy persona, cosa que creo que muchos desconocen. Tengo sentimientos, miedos, promesas, sueños derruidos. Tengo toda una vida por delante, a pesar de que miles de obstaculos tratan de acortarla. Tengo derechos, los mismos que tu, que todos. Derechos a vivir, a ser feliz, libertad, libertades a ser feliz, libre.Quizas cueste afrontarlo, asimilarlo, demasiada información de golpe. Soy yo, como todos, como tu, solo que un poquito diferente. Diferente, rara, pero no única; sino especial. Especial, a mi modo, cual superheroe con sus habilidades. Yo, con mis miedos, mi angustia, mi mala vida. Yo, con mis lágrimas, mis ataques de ansiedad, mis sonrisas finjidas. Yo, con mi destino mal elegido, con tu recuerdo, sola, sin nadie. Yo, sin ti, sin mi, abandonada.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Ciudad similada, mundo imaginario.

Pensar, sentir, extrañar, sufrir. Sentirte, sentirme, lejos, muy lejos. Sonreir, llorar, morir. Por dentro, por fuera, por todos lados. Dolor, ansiedad, miedo. Un sentimiento, fuerte, sincero, el cual causa un grave dolor, profundo, nunca ausente, en tu corazón. Un camino, un destino, hace alante, directo al futuro, a un nuevo futuro, sin ti, sin mi, sin nadie.
Lejos, muy lejos. Tomé un billete de ida, de una nueva cabina. Lo pagé con todo mi esfuerzo, lo busqué sin parar. No he tomado el de vuelta. Quiero irme, pero no volver. Salir de aquí, de este mundo, de este gruel mundo, hasta la segunda estrella a la derecha. Donde te tenía, a un mundo paralelo, donde aún te tenga. Salir corriendo, presa del miedo, del pánico, sola, dejando a un lado a todas aquellas malas personas que se toparon en mi camino. Correr, abrir la puerta, huir, esconderse, entre la oscuridad, la gente, las miradas confusas. Un tren, un avión, un autobus, mi salvación. Irme, lejos, muy lejos, sin nadie, sola, conmigo. Visitar una ciudad desconocida, la cual no me recuerde a ti, nueva vida, nuevo futuro, nuevo presente. Pasear por las calles, sola, sin miedo, sin nadie, desconocidas para mi. Esconderme de las sombras, para ser al final una de ellas. Robar para vivir, vivir para robar. Dormir en la calle, en el suelo, sola, sin nadie, sin mucho importarme. Tu mirada preocupada, al enterarte. Lágrimas de mis padres, sueños de un pasado. Tu, sin mi, sin ti, ¿acaso te arrepentirias? Pues ven a por mi. En este, en este futuro similado. Sal de casa, vístete, guiate por el viento, por mis gritos, por mis recuerdos. Me conoces más que a nadie, sabes perfectamente a donde iria. Haz las maletas, deja a un lado todo lo que tienes, por mi, por ti. Montaté en un tren, solo, sin nadie, sin ti mismo, en mi busca. Recorre las calles, los callejones, todos los lugares de esa fría ciudad simulada, hasta llegar hasta mi. Llamame, abrazame, acurrucame, llorame, besame, alimentame, cuidate. Regañame, enfadate, demuestramelo, pero no me sueltes, no me dejes. Acurrucame entre tus brazos, en medio de las calles, del frio, de la gente, sin importarte nada más. Borra el pasado, el presente, incluso el futuro. Borralo todo, todo cuando seas capaz, y quedate conmigo. Dímelo, díme aquello que tanto quise escuchar desde hace mucho, mucho tiempo. Susurralo, grítalo, en aquella ciudad finjida que yo misma invente, que tu mismo visitastes. Olvidalo, todo, todo, menos a mi. Empezemos de nuevo, tu, yo, nosotros, sin nadia más, sin nada más. Levantame del suelo, con cuidado, llevame contigo. No volvería a mi casa, no te pediría que lo hizieras. Solo, que me llevaras, lejos. Muy lejos, contigo, a donde fuera. A otro mundo, imaginario, los dos solos, por siempre, para siempre, pero un siempre verdadero, no como el que dijimos hará ya casi dos años. Agarrame, pero no me sueltes. Abrazame, amame, empezemos de nuevo. Y no nos arrepentiremos. Ahora, dejo de soñar. Ya no sueño, ya no sonrio, no, es imposible. Pero ven, vente conmigo, a esa ciudad simulada, a ese mundo imaginario, nuestro, solo nuestro. Abandonemos este mundo, de una vez por todas, para poder encontrar nuestro lugar. Y gritemos, bailemos, amemos, pero juntos, siempre juntos.

martes, 6 de diciembre de 2011

Como gran loca demente, tengo derecho a hablar...

El amor. ¿Un sentimiento o una simple palabra? Dicen las malas lenguas, que es algo pasajero, poco duradero. Otros pequeños aventurados osan decir que es algo con lo cual se nace, se vive, se convive y se muere. He oido decir que los filosofos piensan que es algo espontaneo, sincero y puede que algo duradero. En mi opinión, contra un millón de sabios, alcholicos y dementes, opino que el amor no es más que una sensación, un sentimiento que experimenta tu cuerpo, que te llena de vida, de animos, cual primavera, en algunas ocasiones. En otras, en cambio, el amor es lluvia, tormenta, catastrofes, dolor, lágrimas. El amor duele, y pongo mi palabra ante cualquier filosofo moderno de que ss fuerte, cansino, y una pequeña obsesion hacia alguien durante un tiempo inconcreto. El amor es alegria, y a la misma vez tristeza, una clara representación sobre la bipolaridad. Un día tocas las nubes, otro te estancas sobre el suelo. Es un sentimiento, una palabra, un gran significado, a veces incluso una ironia. Ironia cuando no es correspondido, o bien cuando el pecho te arde, te duele, incluso te mata. Yo creo, es mas, afirmo que se pueda morir por amor, por ese bonito y cruel sentimiento. Se puede morir, sufrir, incluso ser feliz. Llorar, gritar, bailar, celebrar. Cupido, fiel simbolo del amor, no es mas que mercancia barata para llamar la antención. Creo, afirmo, pongo toda mi fé en el amor a primera vista; pues cuando le ves, sabes que es él. El mundo cambia, todo es más fácil, durante unos simples instantes, para luego quizas combertirse aquello en la mas horrible de tus pesadillas. Causa del destino, ambas cosas. Sinceramente, sí, puedo afirmar que creo en el amor. En los sentimientos, en las veces que sientes morir por ellos. Pero no, no estoy de acuerdo con su forma de ser, a veces tan autonoma, otras tan pesada y cargante. Defiendo, como otra loca demente en este mundo que aun gira, algo cansado ya, al amor por encima de todas las cosas. Apuesto que este puede con todo, siempre que sea muy fuerte y que las dos personas, esten muy unidas, al igual que apuesto sobre que cuando acaba, es culpa de una de las personas, o incluso las ambas que estaban implicadas, no de este sentimiento en si. Por celos, confusion, miedo, y unos diversos adjetivos mas. A veces, son tan realmente crueles estas que abandonan a ese sentimiento, esa palabra. Yo opino, comento, expreso mis sentimientos. El amor, tal como sentimiento, como sensación y como palabra, crei haberlo vivido muchas veces, a lo largo de mi corta vida, pero con el tiempo, logras darte cuenta de que tan solo has estado engañandote a ti misma, y aquello que sentistes realmente no fue más que un simple capricho. Yo, sicópata perdida en este mundo, senti, vivi el amor como nadie junto a la persona a la cual más querí y más amé, a pesar de que eso ya sean palabras mayores. Experimenté el suave cosquilleo en el estomago, los nervios, las sonrisas, incluso el miedo, la desilusión, las lágrimas. Mi amor era fuerte, duro, resistente. Tenía un obstaculo, una barrera poco franqueable, llamada distancia. Yo, junto a el, luche contra esta con todas mis fuerzas, nuestras fuerzas. Afirmo, asiento, se puede sentir eso que llamamos amor a distancia, incluso sin haber tenido a esa persona nunca cerca, nunca a tu lado. El destino, cruel destino, que maneja nuestras vidas. Distancia, destino, amor, no encajaron bien en aquella situación. Se rompió, me rompí, en parte se acabó el amor. Para el, pero en mi aún sigue aqui. Ese amor que es obsesión, pesado, duro de afrontar. Ese que hace que te duela la barriga, y apenas puedas respirar. Amor, amor de ciegos, de distancia, de sufrimientos, de lágrimas, de destino, es el cual tengo, el cual vivo.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Querida alma gemela...

Miedo, sueños, ilusiones. Sonrisas, miradas, lágrimas, consuelos. Un abrazo, fuerte, con ganas, con fuerzas, lleno de vida, de amor, de cariño, de unión, de alegria, de sincerdad, de miedos confesados, de lágrimas tras la almohada, de carcajadas, de ilusiones, promesas, único, verdadero. Aquel abrazo, de ayer, de un pasado muy cercano a hoy. Con fuerzas, ganas, como si aquel fuera mi nuevo elexir de la vida. Mis ganas, mi ilusión, y mis ojos llenos de lágrimas. Con ella, conmigo. Aquel momento en el cual la ví salir de su ascendor, el cual conozco mejor que al mio propio. Su sonrisa al verme, su animo, su alegria, su ilusión. Una puerta se abrió, alguien se me abalanzó. Ella, a abrazarme, a mimarme, a gritar, un te quiero, un qué guapa estás, un te echaba de menos. Esa sonrisa, mia, suya, amplia, como nunca. Esas lágrimas que salieron, sin poder evitarlo. Ese siempre, de hará ya más de un año, un siempre, por siempre, para siempre. Todas aquellas promesas, momentos vividos, revividos en un solo abrazo. Esas lágrimas, todos aquellos animos, las preocupaciones, esos qué vas a hacer,esas sonrisas, no finjidas, únicas, esa confianza, esas lágrimas, sinceras, sin miedo, incluso todas aquellas despedidas. Revivir todo lo vivido, con ella, con mi alma gemela, hará ya más de un año. Aquel primer momento en el cual la vi, y lo cerca que la sentí de mi. Esa sonrisa forzada, esa mirada perdida, con miedo, sola, encerrada. Supe que sería para mi, la razón de mi sonrisa, mi querida medicina. Aquel día, antes del recreto, en aquel infierno de instituto a la cual anteriormente iba ella, conmigo. Esa hora de gimnasia, con aquel horrible balón de baloncesto. Ella, a mi lado, yo, con ella. Nuestras primeras palabras. Un hola, un eres algo tímida, un creo que te pareces a mi. En aquel momento, entendí que ella sería fundamental para mi. Cual la pieza de un gran puzle con la cual ambas piezas se juntan. Ella me sonrió, ampliamente, sin miedo, de forma verdadera, sincera, como nunca nadie me había sonreido. Luego, nos unimos, como nunca, para siempre. Todas las combersaciones, sueños, imaginaciones, de un mundo paralelo, juntas, fuera de este mundo en el cual estamos discriminadas, al cual odiamos. Pasamos miles de horas muertas hablando, juntas. En todos los cambios de horas, de clases, a las salidas, en la puerta de mi casa. Nuevos abrazos, recordados, tan profundos, tan grandes. Luego, las veces que salí con ella. Un día, tras haber salido del hospital. Me agarró de la mano, y salimos, ambas, corriendo, a la primera tienda que ambas encontramos. Me habías extrañado, y yo lo tenía claro. Fotos, abrazos, besos, sonrisas. Y mi típica pregunta: ¡¿Qué hora es?!. Luego, también otros momentos, algo más tristes, más duros. Miedo, soledad, lágrimas, sin fin. Sus abrazos, los mios, sus animos, los mios. Risas, gente, oscuridad, dolor, sangre. Impotencia, golpes. Pero ella me levantó, con ganas, con animos, igual que siempre yo hize. Aquel día que fuimos ambas a ver una procesión, en la cual no pudimos reir más. O cuando ella misma fue a verme a mi y la llamé, sin poder evitar reir. Más recuerdos, con ella, conmigo, muchos más, demasiados como para poder contar. Aquella fiesta, en la cual lloré, como nunca, exploté. Antes de nada, ella oprimió mi mano, con fuerzas, firme, y no me soltó, en toda la noche. Me abrazó, como nunca había hecho. Lloré en su hombro, ante los ojos de todos los demás, de aquellas miradas de odio, sin mucho importarme. Y después, nuestra comida, y luego, nuestra despedida. Nunca me gustó decirle adios, por lo cual, prefiero decirle día tras día un hasta luego, un hasta pronto. Ella se fue, de mi instituto, y a pesar de que aún sigue cerca, a tan solo diez minutos de mi casa, ya no forma parte de mi rutina, almenos físicamente, todos los días. Aquella despedida, con aquellas lágrimas, mi cara empapada de pintura, algo corrida, caracterizada por mi nueva etapa de vida. Ese siempre estaremos juntas, ese te echaré de menos. Ella vino a verme, por mi cumpleaños, mi mejor regalo. Fui a buscarla, y nada más verla, no pude evitar correr, extrecharla entre mis brazos. Me sentia, al igual que me siento ahora, con vida nada más estar a su lado, abrazarla. Fue mi mejor regalo de cumpleaños, lo único que me hizo sonreir, ser feliz. Aún conservo aquel peluche con aquellas cartas que ella me dedicó, en mi mesilla, al cual sonrio nada más ver. Siempre, siempre sentía y siento vacio justo cuando se aleja de mi. Cual borracho sin su botella, en falta de esta. Más momentos, demasiado largos, extensos, aquel día que se sentó conmigo en la calle, y ambas no pudimos empedir llorar, esa película en su casa, aquella vez que dejé caer adcidentalmente un millón de patatas al suelo, aquellos obreros, esos besos. Halloween, vestidas de gatitas, algo por lo cual por poco me pegó. Ese policía, aquel candado, la misma llave que siempre llevo conmigo. Ayer, de nuevo, juntas. Tras aquel abrazo, sonrisas, amor, cariño, reflejado en nuestras miradas. Podría tirarme un millón de horas hablando con ella sin apenas darme cuenta. Todas aquellas confesiones que tuvimos, esos me preocupo por ti. Un viaje, ella, yo, juntas, hacia el polo norte, muy lejos de aquí. Un te extrañaba, un siempre estarás allí. Ella, mi alma gemela, mi vida, mi sonrisa. Lo más grande que tengo, lo más cercano que encuentro. Bajo la lluvia, ayer, ella y yo, aquel chico que se nos acercó. "Nosa, nosa, así vo se di mata..", otro abrazo, miedo, desilusión. Porque una de las dos se iba, de nuevo. Vacio, un abrazo más grande, más fuerte. Un te quiero, un cuidate, un todo irá bien. Una promesa, un sé fuerte, un sé que puedes. No se soltó de mi hasta que mi ascensor se cerró, forzandola a irse de allí. Una sonrisa, amplia, muy amplia. Y ahora, me tiene aquí. Escribiendole, como siempre, para siempre, como nuestro siempre. Quiero que me tenga siempre a su lado, que sonrisa, que reviva conmigo todos aquellos momentos. Un para siempre, hasta que el tiempo haya podido con nosotras. Lucharé, por ella, por mi, por aquel futuro, juntas. Pronto, muy pronto, estaré junto a ella, siempre, por siempre. Y mi vida, estará llena de sonrisas, de fuerzas, de animos, de ganas, de ella. Querida alma gemela, sé que estás ahí, leyendo esto. También que tienes miedo, de quedarte sin mi, sola, para siempre. De cualquier estupidez, del tiempo, de la vida, del destino, de mis miedos, de mis preocupaciones, pero olvida, olvidalo todo, todo lo malo, hay que sacarlo de nuestra vida. Centrate en ti, en mi, conmigo, y en el tamaño de nuestras sonrisas. Nada irá mal, demos paso a lo bueno, juntas, a la felicidad. Porque esto, es cosa de dos. De ti, de mi, juntas, conmigo, unidas. Recuerda las promesas, los sueños, los para siempre, los abrazos, los besos, todos aquellos momentos. Pues siempre será siempre, pues por ti vivo, por ti sonrio. Querida alma gemela, espero que me leas, allá donde quiera que estés lucharé contra el viento y la marea, yo sé que es así, espero que me leas, busco mi otra mitad, y no hay duda de que tú lo seas...

Nadie dijo...

Nadie dijo que fuera a ser facil. Gran verdad, verdadera frialdad. Nadie me dijo jamás que fuera a ser facil olvidarte, pero yo consideré aquel pensamiento como una buena opción, al principio de todo. Nadie jamás me dijo que sería facil caminar, tras mis primeros pasos, ni aprender, hablar, crecer. Nadie dijo que sería facil sonreir, soñar, incluso vivir. Cual preso encerrado sin delito aparente me encuentro. Entre cuatro paredes, estrechas, pequeñas, asfixiantes. Las mismas que quieren dejarme sin vida, sin ti, sin mi. Sé que te dije que ya no volvería a hablar más de ti, y de tu absurda gilipollez. Pero estas lejos, a millones de estrellas, de sueños, de pasos, a centenares de kilómetros. Y este es el único medio a traves del cual puedo referirme a ti. Recordar los momentos vividos, esos en los cuales estabas a mi lado. Nadie dijo que fuera facil nuestro amor, querido. Pero ambos luchamos, como siempre hay que hacer, con fuezas, ganas, ilusión. Falle, fallastes, fallamos. Caimos, tu, yo, conmigo, pero separados. El golpe fue duro, fuerte, seco, sin aviso, incluso sin respuesta. Un adios, un hasta nunca. Cual sueño destruido, esperanza perdida. Vertigo, dolor, aun más grande que la vista hacia abajo cuando te encuentras en un edificio de 200 pisos. Alli, en el cielo, en las estrellas, en nuestro mundo paralelo. Alli, donde antes tan cerca te sentia. Ya no estas, ya no estaras. Mis ilusiones se tiraron, de golpe, a una caida sin paracaidas. Por lo cual, se rompieron, impactaron contra el suelo, se demolieron. Frio, mucho frio. Sin ti, sin mi, sin nada. Nadie dijo que fuera facil levantarse del suelo, pero a pesar de todo lo hize. Recojí los restos de nuestro amor, de las ilusiones, enterré el miedo, el dolor, las lágrimas. Renací, de nuevo. Tenia qur intentarlo, aunque fuera por ultima vez. Por aquel deseo, de hará dos años, que pedí, que roge, que soñe, mientras que lanzaba una moneda a aquel pozo de los deseos, con fuerzas, ilusión, las mismas que pronto se rompieron, desaparecieron. Luche, por ti, por mi, por una segunda vez, por un tal vez. Ilusiones, sonrisas, esperanzas. Cual madre desesperada porque su hijo sobreviva tras un grave adcidente de trafico. El medico, fiel, seguro, le afirma que aquella operación le sacaria de aquel trance, aquel coma, tan duro de asimilar. Ilusion, alegria, fuerzas. Pero no. Jamas, nunca, imposible. No existe la palabra improbable en este cuento de dos. Te fuistes, me fui, el doctor perdio a su paciente. Desangrado, peor de lo que aun estaba, por su culpa. Este culpará a la ciencia, y su madre llorara, lamentandolo, una y otra vez. En ti, en mi, lo mismo pasó, sin duda, sin mas. Falsas esperanzas, lejanas ilusiones. Se rompio, tu amor, ese que se vinculaba conmigo, en mil pedazos. Tu culpastes a la distancia, a aquello que hay entre nosotros, como aquel doctor a la ciencia. No me culpastes a mi, ni a ti, solo a la mala de nuestro cuento de hadas, al destino, a todo lo que este relacionado con ella; kilometros, risas, llantos, engaños. Y yo, cual la madre, perdi las ilusiones, las ganas, las sonrisas. Te habia perdido, para siempre. Yo sin ti, sin mi, como ahora mismo. No puedo parar de llorar, de recordarte. Nadie dijo que a aquella madre le ue facil seguir. Nadie sabe su historia. Unos dicen que al fin, fue feliz. Otros, que se fue, volo, lejos, muy lejos, en dirección a otro nuevo mundo. Algunos incluso dicen que encontro el amor, otro pequeño varon. Escuhé, también, que nunca nada le fue bien. Pero solo son palabras, opiniones, no la gran verdad. Esa misma no se sabe. Nunca se puede saber que te paso, o que me pasó a mi misma, por muy bien que trate de narrartelo. Cual madre, cual sueño, rota, dolorida. Nadie dijo que fuera facil seguir en vida, estar entre la muerte o la imnorancia. Este cuento no tiene fin. Ni para ti, ni para mi. Nadie sabe que pasara. En tu historia, en la mia, unas que ya no van juntas. Dos tomos distintos. No sé si seguire, si sonreire o abandonaré. Tan solo se que nunca te olvidaré.