viernes, 27 de septiembre de 2013

Me encanta recordarte cuanto siento por ti:

Te quiero aún más que la acción del verbo querer, aunque no te pueda ver.
Te conservo en mis sueños, y al despertar reviento, recordando a los kilómetros que te tengo. Pero pronto recuerdo lo bien que se estaba a centímetros de tu cuerpo.
Esa sonrisa, esa forma de acariciarme sin prisas, de burlarte de mi risa. Como me llenabas de vida, cuantísimas idioteces me ofrecías, cada día más te quería. A besos recorría, todo tu cuerpo y compañía, con cariño repartía secretos que acabarían en tus encías, al silenciarme de esa manera que solo tú sabrías.

A palabras tu oído agobiaba, románticas confesiones que no le sobraban. A abrazos enredaba tu cuerpo, entre mis brazos y más adentro, con dulzura por supuesto. Y te amaba y adoraba, incluso cuando soñabas, que hay que ver que guapo estabas. Y te cuidaba y mimaba, que nunca el mal se posara en tu cuartada; te secuestraba y encarcelaba en mi cuerpo, que poco descontento... Y pensar incluso a veces que no podía ser cierto, que eres demasiado perfecto. Tenerte entonces en aquel momento, mirándome fijamente, sonrisas presentes, un nosotros unicamente. Tú que me haces tan fuerte.




A centímetros pude tenerte, y admito que quiero volver a verte; solo es cuestión de suerte. Ahora, deberé de asumir el hecho de quererte, de poder convivir mientras duermes, y de algún día poder retenerte. Ahora, habrá que ser valiente, para pronto escondernos de los temores e ir a contracorriente. Para pronto ir a un futuro donde no sueñe con volver a verte: seas lo primero que vea tras soñar constantemente.