viernes, 8 de mayo de 2015

Siempre nos quedará Italia

Supongo que pase el tiempo que pase siempre nos quedará Italia y un lugar remoto donde refugiarnos cuando estemos agobiados. Un lugar remoto donde los problemas sean estupideces y solo quede tiempo para ser feliz. Tan feliz como fuimos todos en Italia. Tan libres, tan nosotros, tan fuertes. Un lugar que no oprima las ansias, que no haga realzar el miedo: un lugar donde aun estando solos estemos con todos, todos los queridos, los que nos quisieron, y nos querran. Un lugar donde el llanto no este mal visto, donde libere tanto como la música y las carcajadas sean la mejor medicina. Un lugar, como Italia, como aquella semana, o como cualquier otra. Como cuando nada puede con nosotros.
Y es que todos necesitamos un lugar alejado donde refugiarnos, un lugar como Italia, o como aquel ático a la madrugada, un lugar mágico. Que nos impulse, que nos libere, que nos abra. Lugar con el que tanto soñamos.

Aunque lo mejor de esta vida es nuestra capacidad de crear paraisos artificiales y alternativos. Paraisos por bobadas, zonas cualquiera, y que ayudan tanto. Paraisos que solo son posibles por y con una buena compañia. Y es por eso que tanto idealizo Italia, que tanto cariño le tengo a aquel ático, o a aquella estación donde he reido, llorado, amado. Aquella estación en la que puedo lamentarme cuando aún ni te has ido, y a la vez alegrarme cuando estás llegando; pero ahi no hay más que vías, trenes y ruido. Aunque yo pueda estar volviéndome loca por estar alli, solo hay espacio. Todo a nuestro alrededor son simples sombras, simples siluetas, que con cariño y esfuerzo podemos modelar. Modelarlas, como a nuestra vida. Como a nuestra persona, y a lo que queremos. Modelarla, para crear paraisos a los que acudir en días como estos, días frios y húmedos en un mundo que no entiende nada, simplemente llora. Llora al cada vez estar más lleno pero a la vez más vacio, por tantos corazones rotos y paraísos destruidos.

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